“Autorretrato de una que no soy yo, mi madre” óleo sobre tela - 100 cm x 100 cm
La pérdida del contacto con otros y otras de manera presencial, representa el tiempo sin los seres queridos y el tiempo vivo en pandemia, la mirada se vuelve fundamental; porque mirarnos se volvió un acto de búsqueda, encontramos con los y las otres que nos rodeaban cuando tapados, con mascarillas, salimos la vida, el encuentro con mi madre durante el 2020 y el 2021 fue a la distancia, faltaron abrazos, encuentros en la mirada, compartir, sentir el calor del cuerpo. Fue en ese momento, donde pintar se volvió una pulsión y un aprendizaje. Buscar su mirada, mi mirada, la mirada del vecino. Transitar la pandemia implicó la pérdida de seres queridos que son presentados como líneas rojas que cruzan el autorretrato, como un tapiz lejano, como una pared empapelada, con un paisaje de fondo difuso, que podría ser un cuadro o una ventana, pero será la mirada del espectador quién deberá completar la imagen. Pintar a mi madre, durante tu encierro y luego su partida es el corolario de una búsqueda autorreferencial que siempre remite al mismo lugar, ser yo mismo.












